Es muy fácil juzgar a los demás, es muy fácil, opinar sobre la vida de los demás y decirles lo que está bien y lo que está mal, es muy fácil tomar decisiones de la vida de los demás.
Tanto nos creemos con ese derecho que nos damos el placer de decirle a la otra persona lo que debe de hacer, sin pedir la opinión del que verdaderamente puede decidir de su vida.
En la mayoría de las veces juzgamos a una persona de un tema determinado, sólo con la información ó la versión de la gente alrededor, pero ¿Qué pasó con la versión del que está siendo juzgado? Si ya nos estamos metiendo en vidas ajenas, al menos deberíamos de saber la versión del que es juzgado.
Primero hay que averiguar muy bien antes de juzgar a alguien, porque muchas veces lo que se oye, e incluso lo que se ve, no es lo que parece.
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